sábado, 13 de agosto de 2011


Difícil aceptarme
Difícil aceptarla
Esta ciudad hace que me brote
Esta ciudad me hace brotada
Me encuentro derrotada
Inadaptada, inaceptada, impostada, inacabada

sábado, 6 de agosto de 2011

zigzag

Son las ocho cuando suena el despertador, tengo que ir a pagar la luz, se venció ayer.
Me levanto, voy al baño con los ojos cerrados, me lavo la cara y los dientes.
Voy a la cocina, prendo el fuego y pongo la pava, levanto la persiana y siento que el estómago se me contrae, el cielo está a punto de estallar. Desayuno igual.
Botas de goma, bastante abrigo, me protejo el cuello y un lindo piloto azul.
Respiro profundo y recorro mentalmente las calles que conozco hasta llegar a destino, hago distintos mapas mentales.
Vuelvo a respirar profundo y comienzo a recordar el olorcito a tierra mojada, el ruido de la lluvia sobre el techo, y la sensación de las gotas en la cara, ¡qué placer!
Salgo. Cualquier mapa me lleva hasta las calles céntricas, no hay cómo evitarlas.
Pienso en el colectivo, pero me deja en las mismas calles, y además imaginate que si la gente no los puede manejar  al aire libre, ¡qué puede pasar arriba del colectivo!
Hablo de esas armas asesinas, de esos objetos criminales, tan ofensivos que pueden arrancarte un ojo en tan sólo un descuido, y que la gente usa tan ingenuamente, chocando todo lo que se les presenta en el camino; estos aparatos, los paraguas, no son nada inocentes.
A diez cuadras de casa y a otras diez de mi destino, puedo divisarlos desde lejos, de todos los tamaños, algunos muy coloridos, otros un poco aburridos, son como los perros: ¡no hay prenda que no se parezca al dueño!
Me voy acercando poco a poco, y me voy poniendo cada vez más nerviosa, yo sé que un día voy a terminar jodida por un paraguas: herida de muerte o presa por escándalo en la vía pública.
Zigzagueo, zigzagueo, zigzagueo, hago zigzag de persona a persona, o mejor, de paraguas a paraguas, hago zigzag de vereda a vereda y de calle a calle, me canso de zigzaguear.
Pero no sólo que son peligrosos, asesinos, temibles, aterradores, bastante poco inofensivos y poco inocentes, sino que además nos privan de disfrutar de la frescura de un día de lluvia (¡ni hablar de los que los usan para el sol!), de lo divertido de sentir las gotas corriéndote por el cuero cabelludo, de ver el cielo y las figuras que forman las nubes, y por sobre todo de ver que además de uno hay mucha gente caminando por las calles los días de lluvia.
Después de exactamente 25 minutos llego a la puerta de EDES un poco mojada pero totalmente intacta, ilesa, estoy a salvo, sólo me queda la vuelta.

martes, 2 de agosto de 2011

nimiedades cotidianas

Salgo de mi casa, después de haber recibido la noticia que cambiaría el rumbo de mi vida, y no precisamente para bien.  Luego de varias horas de inevitable encierro, salgo.
Tengo que salir, voy a la parada y tomo la dos.
Me pongo el mp3 para concentrarme en la música y evitar escuchar todas las preguntas sin respuestas que se están gestando.
A las dos cuadras de emprender mi viaje, sube ella, que nunca sé si es ella o su hermana, jamás pude saber cuál es cuál.
Yo pasando por el peor momento de mi vida y ella con esa sonrisa agradable que se la podría haber borrado en un segundo si le escupía en la cara lo que me había sucedido.
Pero no, y no por cortesía sino porque no me dejó ni hablar, vino con su alegre redondez, me saludó, se sentó y comenzó su monólogo.
Lentamente guardé el mp3 y me dispuse a escuchar durante ´20 a alguien que jamás me interesó tan siquiera distinguirla de su gemela.
Algo tenía que hacer.
Me bajé 40 cuadras antes de llegar a destino.

Dos días después, tengo que salir, voy a la parada y tomo la dos.
Me pongo el mp3 para concentrarme en la música y evitar escuchar todas las preguntas sin respuestas que se están gestando.
A las dos cuadras de emprender mi viaje, sube ella, que nunca sé si es ella o su hermana, jamás pude saber cuál es cuál.
Posé mi vista sobre ella un segundo y al darme cuenta de lo que pasaba automáticamente miré el mp3, subí el volumen al máximo y posé mi mirada en la ventana. No necesitaba escuchar música funcional.
Sentí su presencia, se había sentado al lado mío, quizá no quedaban más asientos, no quise ni mirar.
Mis pupilas se salían por la ventanilla del colectivo, y pensaba…cuando me tenga que bajar le pido permiso, me hago la sorprendida y le digo ¡no te había visto! Y salgo corriendo con la excusa de llegar tarde.
Eso mantuvo mi cabeza ocupada todo el viaje, me sentía bastante perturbada. Llegó el momento…
Me tenía que bajar, pongo cara de sorprendida mientras giro la cabeza…y para mi sorpresa no había nadie!

hormiga

Exploté como una hormiga que se comió un caracol
Bronca, mucha bronca
Y me sentí una boba, las gentes sin partes
¿Y mis partes?
Y lo lógico hubiese sido desparramarme
En partes…
pero no
Y las gentes sin partes
Y el llanto…
Y la misericordia…
Y el rezo…

esperandolacarrosa

Otra vez martes
Y  mañana es miércoles…otra vez
Y la espera
Otra vez la espera.
Uno espera y espera
¿y qué espera?
Tal vez solo la muerte.
La vida…
La sala de espera.
me perdí en el tiempo
en cuantos mundos vivo? cuanta magia puede tener cada uno?
devuélvanme mi mundo de fantasías! 
nadie me dijo que se podía ir
a dónde se estará yendo? hasta cuándo?
volverá?